25 de julio de 2018

ETHIOPIA, LAND OF WONDERS


lalibela

Muchas ideas vienen a tu mente cuando estás pensando en visitar el sexto país más pobre del mundo, imágenes de personas en la calle, sucias y con hambre, es lo primero que viene a nuestra mente, pero meterse, entrar, nos muestra tantas otras cosas, que aún seguimos procesando.
Nuestra primera parada fue la capital, Addis Ababa, una urbe de casi 5 millones de habitantes, donde definitivamente hay que tener cuidado. La primera noche salimos a comer, y con el viejo truco de la distracción, nos robaron silenciosamente cerca de usd 100. Nos habían advertido no salir, pero como buenos sudamericanos pensamos que nada podía ser peor que en casa, y de todas formas lo hicimos. No fue violento, no nos sentimos asustados, simplemente nos dejaron en claro donde estábamos y cuál era nuestro lugar, estábamos lejos de ser locales, o de entender algo de África.
Esa tarde fuimos a lo que se llama el Merkato, siendo uno de los más grandes y concurridos mercados de África es posible recorrerlo, comprar antigüedades, especias y ropas tradicionales sin ser acosado demasiado. Está claro que cuando uno viene a estos países no es posible “ganar” y más bien hay que viajar con la mentalidad de ayudar a los que menos tienen. Una propina o dar trabajo ya es una ayuda honesta que cualquiera de nosotros podemos dar, y es un buen momento para ser generoso, porque de seguro el dinero irá para cosas importantes como ropa y comida.

Many ideas come to your mind when you are thinking of visiting the sixth poorest country in the world, images of people living on the streets, dirt and hunger, is the first thing that comes to your mind, but this is not it. Ethiopia is a country full of unknown beauties and wonderful people.


Our first stop was the capital, Addis Ababa, a city of almost 5 million inhabitants, where you definitely have to be careful. The first night we went out for dinner, and with the old trick of distraction, we were quietly robbed, near usd 100. We had been warned not to walk in the streets at night, but as good South Americans we thought that nothing could be worse than at home, and anyway we did it . It was not violent, we did not feel scared, just understood which was our place there.